Donatella Cinelli Colombini Chianti Superiore 75 cl

Destacada por Robert Parker como una de las denominaciones toscanas más emergentes e interesantes, la DOC Orcia nos ofrece vinos que compiten con las grandes glorias de Chianti y Brunello pero con un perfil diferente, suntuosos y ágiles a la vez. Así lo demuestran los vinos de Donatella Cinelli Colombini, presidenta del consorcio de la DOC Orcia, que no dejan de recibir galardones de manos de las más importantes guías internacionales. Para Donatella, las nuevas tecnologías y la tradición no son conceptos alternativos sino complementarios. Todo un ejemplo del emprendimiento femenino, Donatella ha puesto a disposición de su bodega las más modernas técnicas de vinificación para recuperar la tradición respetando, al mismo tiempo, la rigurosidad y grandeza de sus vinos.

Su bodega de Montalcino, Casato Prime Donne, elabora en la actualidad algunos vinos de referencia en su estilo. La otra bodega de su propiedad, Fattoria del Colle, nos ofrece una gama de vinos bajo las denominaciones Toscana IGT, Chianti DOCG o Orcia DOC. Aquí, en Trequanda, al sur del Chianti, en una espléndida finca del siglo XVI abierta al público, Donatella elabora sus vinos típicos de Orcia.

Aquí encontramos su Leone, un vino que refleja el estilo más suave e inmediato de Orcia. Un vino amable y con cuerpo, elaborado con sangiovese y con un aporte de merlot, que debe su nombre al escudo de armas de la aristocrática familia de Donatella. Encontramos también la etiqueta Cenerentola, tal vez el vino más mimado de la bodega y todo un desafío para Donatella: un coupage original que reúne las variedades sangiovese y foglia tonda que, después de un tiempo en toneles, botas y depósitos de cemento, nos regala un vino de nariz sutil y especiada, con un trago exótico, pleno y potente. Y finalmente, Il Drago e le Otto Colombe, también elaborado con sangiovese y merlot, es un homenaje al marido de Donatella ("il drago") y a las ocho mujeres que trabajan en la bodega. Todo un supertoscano, pleno, armonioso y de gran estructura. Un vino que cuenta con un largo palmarés de premios y, sin duda, muy gratificante.

Desde los fenicios y sobre todo los griegos, en el tiempo del Imperio Romano los italianos adaptaron el vino como un alimento más en su dieta diaria, tanto ricos como pobres, era un elemento plenamente cultural y como tal, se beneficiaron de él por todos los medios posibles, ya que la exportación e importación fue un gran soporte para la economía romana. Ya en tiempos modernos, los pequeños productores salen de las cooperativas y empiezan a producir por ellos mismos, en pequeñas bodegas y terruños. La gran emigración propicia una gastronomía mundialmente reconocida obtiene como resultado el posicionamiento internacional de los vinos italianos en el mundo. La tendencia actual se dirige hacia el redescubrimiento y valorización de las variedades autóctonas, más respeto por el medioambiente, una concretización de estilos después de 3 décadas de experimentación y una afirmación del movimiento del vino natural.

La modernidad y mercado global amenazan la tradición y la autenticidad. Pero persisten muchos productores y productos con tradición, como los Chiantis y los Moscatos d'Asti. En contraposición, Italia está plagada de espíritus libres por debajo de la superficie visible de la gran prensa y el gran comercio, que hacen un producto excepcional. 

Definiremos los vinos de Italia entendiéndola en esta definición: es un microcosmos cerrado en si misma: tiene estilos y uvas que solo se encuentran allí, es enorme y difícil de sintetizar, pero única en todos los sentidos.